Programa 2/2023. Sociología para el día a día. De la academia a la práctica cotidiana «Modernidad líquida»

Fecha de emisión: 29/03/2023 11:00 am

Este programa se apoya en el concepto de modernidad líquida de Zygmunt Bauman para describir de forma sencilla algunos procesos sociales en los que las personas nos vemos envueltas en nuestro día a día. Tras una breve presentación, el rap de Javier Águila (investigador predoctoral del Departamento de Sociología de la UPO) invita a pensar en la fragilidad de nuestra vida cotidiana, hablando del consumismo, del mercado laboral, del amor o de la identidad propia. Se comenta cómo estos conceptos se encuentran en un marco cada vez más cambiante. La realidad social ante la que nos encontramos varía de una manera muy rápida y, por eso, Bauman defiende que todo hoy en día dura tan poco.
De esta forma, se puede aprender sobre nuestra realidad social y los procesos sociales que nos envuelven día a día. Sobre cómo la globalización o la clase social son factores que nos afectan en nuestras relaciones y comportamientos diarios. En los vínculos que creamos con familiares, amigos o parejas. En el trabajo y en la calle. En nuestras percepciones y en los objetivos que nos marcamos.
Encontramos así una manera amena y dinámica de aprender sobre la sociología y cómo esta se incluye en nuestro día a día a través del programa en RadiOlavide, “Sociología para el día a día. De la academia a la práctica cotidiana”.

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Programa 1/2023. Sociología para el día a día. De la academia a la práctica cotidiana «Las cifras negras del delito»

Fecha de emisión: 15/03/2023 11:00 am

El primer programa trata las cifras negras del delito, es decir, todos esos delitos que ocurren pero que, por diferentes motivos, no se denuncian oficialmente ante las autoridades y, por tanto, no se reflejan en ningún registro policial o judicial. Algunas estimaciones realizadas apuntan a que un 64,7% de los hechos que las víctimas consideran delictivos no es reportado a las autoridades policiales.
Para conocer la realidad delictiva existen dos fuentes de información numérica principales. Por un lado, estadísticas y registros de denuncias; por otro, encuestas de victimización a una muestra representativa de la población a quien se le pregunta por diferentes cuestiones que se incluyen en un cuestionario.
Lo que hace una encuesta es preguntar directamente a la gente si ha sufrido algún delito con independencia de que este fuera denunciado, de que haya una sentencia condenatoria e/o, incluso, de que la experiencia se considere tipificada como delito en el Código Penal. Como se observa, en lugar de ser la policía la que informa sobre la actividad delictiva (cuántos y qué delitos se han registrado), lo que hace una encuesta es preguntar directamente a la gente si ha sufrido algún delito. Por lo tanto, los datos proporcionados por las estadísticas oficiales reflejan aquellos casos conocidos por la policía, los juzgados o los centros penitenciarios, pero se limitan a los delitos denunciados.
La potencialidad de una encuesta de victimización va más allá de poder estimar la cifra negra del delito, pues con ellas es posible conocer, preguntando a la ciudadanía, por la sensación de inseguridad y miedo al delito que tiene al pasear por la noche por su barrio o al utilizar el transporte público y por la percepción social del delito (por ejemplo, si cree que ha aumentado o disminuido en los últimos años), por citar solo algunas cuestiones claves.
De la última encuesta realizada en Andalucía en 2019 sobre estas cuestiones, sabemos que las mujeres manifiestan mayor sensación de inseguridad, en comparación a los hombres. En concreto, frente al 8,6% de hombres, el 22,3% de mujeres encuestadas responde sentirse muy inseguras al caminar solas por su barrio de noche (14 puntos porcentuales más que los hombres).
Como menciona el profesor Navarro Ardoy, del Departamento de Sociología de la UPO, “dar a conocer este tipo de cuestiones es una cuestión de primer orden, hoy, mucho más, en una sociedad como la que vivimos caracterizada por el consumo de información, el uso de las tecnologías de la información y la abundancia de mitos y prejuicios entorno a este fenómeno”. A lo que añade, “frente a la propagación y difusión deliberada de información falsa, manipulada o sesgada con propósitos hostiles exenta de base empírica sólida, muchas veces agresiva y violenta, apostemos por las palabras bien dichas basadas en conocimiento válido y fiable… Y es que el lenguaje, cuando se infecta de falsas noticias, se ensucia, se vuelve asqueroso”.

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